En una época en que la mujer pasaba de la tutela paterna a la
del marido, fue prometida en matrimonio a un joven manresano, lo
que supuso para ella la necesidad de luchar para seguir el camino que
se había trazado. Logró romper el compromiso e ingresó en el noviciado de
las Adoratrices, que se dedicaban a la recuperación de mujeres marginales,
por la delincuencia o la prostitución.
Los problemas fuertes acontecen a finales de 1891 y primeros
meses de 1892. La verdad es que ella nunca quiso salir definitivamente de
la Congregación Dominicana, sino desplegar una rama de este mismo
árbol. Quiso quedarse en la casa, para seguir impartiendo la enseñanza
en ella. Pero se lo negaron, y se vio forzada a
iniciar un camino nuevo. Acompañada de tres compañeras -Candelaria
Boleda, Remedios Pujol, Emilia Horta- inició una Congregación nueva en
la Iglesia, llamada en un primer momento: Concepcionistas de Santo
Domingo, hoy: Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza. En una
búsqueda perseverante pero tranquila, porque confía en el Señor más que en
sí misma, Carmen hace un viaje a Madrid. Allí la espera
la Providencia Divina. La palabra firme y serena de Don Celestino
Pazos, Dominica de la Anunciata Concepcionista de Santo Domingo
perteneciente al Cabildo de Zamora, le ayuda a buscar la voluntad
de Dios.
Su inquietud y su capacidad de razonamiento la llevaron a
preguntarse cómo habrían sido aquellas mujeres si la sociedad les hubiese
dado otras oportunidades. Decidió entonces dedicar la vida a la formación
de la mujer, para que pudiera ocupar en la sociedad el lugar que
le correspondía, en cualquier clase social en que se encontrase. Pasó
para ello a una Congregación de Religiosas, dedicadas a la enseñanza y
educación de la mujer: las Dominicas de la Anunciata, fundadas por el P.
Coll, quien la recibió en el Noviciado.
Durante 22 años se dedicó a la educación en diversos
lugares, dirigió una escuelita para que los hijos de mujeres
trabajadoras no estuvieran en la calle; en Barcelona dirigió un
colegio dedicado
a la clase media, y se las ingenió para abrir en él enseñanzas nocturnas
para 300 obreras, ayudada por las alumnas del turno diurno. Se
esforzaba por aumentar la cultura femenina y educar a las jóvenes en una
piedad honda, bien fundamentada, sin sensiblerías, que se anticipara a la
mentalidad más común en su tiempo, de manera que todos pudieran
comprender que la mujer debía ir más allá de las primeras letras y las
“labores de su sexo”.
Entre otros problemas internos se la acusó de querer llenar
de vanidad la cabeza de la mujer. El año 1889 Carmen inicia
un profundo proceso de búsqueda. Oraba, consultaba y se ponía a
la escucha de la voz del Espíritu Santo que la hablaba al corazón
y también por las circunstancias que vivía.
Fundación
de “Concepcionistas de Santo Domingo”
(hoy “Concepcionistas Misioneras de la
Enseñanza”)
Carmen entrega su proyecto a la
Virgen del Buen Consejo, situada en la capilla de la Colegiata de S.
Isidro. Después de orar, dice a sus compañeras: "Es voluntad de Dios. Vamos a Burgos. Allí trabajaremos y
lucharemos con todo lo que se presente. Y Dios proveerá".
Apertura del Primer Colegio
Concepcionista
El 15 de octubre de 1892, festividad de Santa Teresa de Jesús, Carmen
llega a Burgos, con las tres compañeras: Candelaria Boleda, Emilia Horta y
Remedios Pujals. Allí encuentra un gran protector en la persona del Señor
Arzobispo, D. Manuel Gómez-Salazar y Lucio Villegas, quien, el 7 de
diciembre del mismo año, otorga la aprobación Diocesana a la naciente
Congregación y autoriza la apertura del primer colegio
Concepcionista. El 16 de abril de 1893 se obtiene la aprobación
Diocesana de las Constituciones y Carmen Sallés recibe el nombramiento de
Superiora general.
El 29 de febrero de 1908, Carmen Sallés solicita del Santo
Padre la aprobación del Instituto. Y el 19 de septiembre del
mismo año recibe el Decreto de Alabanza, otorgado por San Pío
X. Desde el primer momento se dedicó a preparar adecuadamente a
las futuras religiosas maestras. En un momento en que las leyes no exigían
el título de maestra para enseñar en colegios privados de la
Iglesia, puso a las religiosas a estudiar la carrera de Magisterio y
la de Piano y las introdujo en el dominio de la lengua francesa.
La Universidad iba a tardar todavía unos años en abrir
sus puertas a la mujer. Pero ya a dos años de fundado el Instituto, sus alumnas cursaban estudios
de Magisterio. Planteó la educación como un proyecto integral y equilibrado.
La niña, la joven, debían desarrollar armónicamente su inteligencia y
su corazón. Gastó su vida al servicio de la educación de niños
y jóvenes.
Empleó
todas sus energías en fundar hasta 13 "Casas de María
Inmaculada",
como gustaba llamar a sus Comunidades y Colegios.
Estas
fueron: Burgos, Segovia, El Escorial, Madrid, Pozoblanco,
Almadén,
Valdepeñas, Manzanares, Santa Cruz de Mudela,
Murchante,
Barajas de Melo, Arroyo del Puerco (hoy de la Luz), Santa
Cruz de
la Zarza).
“Seguirá fiel a su vocación religiosa dedicada a la enseñanza. En
19 años de trabajo, fundará 13 casas y desarrollará un
amplio apostolado en colegios en diversas ciudades y pueblos de
España. Emergerá la figura de una mujer de gran carácter y de gran
dulzura, Catedral de Burgos 1911 que supo superar muchas dificultades a lo
largo de todo el itinerario de fundadora.
Su fe inconmovible y su ardiente caridad van unidas a una
gran sensibilidad por la formación cristiana de las mujeres en un tiempo
donde surgían presiones laicistas y anticlericales. M. Carmen manifiesta
también un gran amor por las niñas más pobres: en efecto, en todas sus
fundaciones surgen juntamente las iniciativas para favorecer las
niñas más pobres.
Murió en Madrid, a los 63 años, el día 25 de julio de 1911
habiendo gastado y desgastado su vida por Dios y los hermanos. El
8 de diciembre de 1954, festividad de la Inmaculada Concepción, y Año
Mariano, S. S. Pío XII aprobó definitivamente la Congregación, con su
nombre actual: Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza.
El 15 de marzo de 1998, S. S. Juan Pablo II la beatificó, fijando
como fecha de su conmemoración litúrgica el día 6 de diciembre.
“Mientras haya jóvenes que educar
y valores que transmitir, las dificultades no cuentan”, decía. Madre
Carmen.
Continúa su trabajo en la Iglesia por medio de las
Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza. La devoción a la Beata
Carmen Sallés se va extendiendo de manera providencial por todo el
mundo.